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Cacho Nro IV: La Obsesión no es sabiduría.

Obsesionado con el tema del oráculo, Jesús, tomó la decisión de salir a buscarlo. Pero ¿para donde ir? ¿Norte? ¿Sur? ¿Este? ¿Oeste? ¿O aquel?. ¡que dilema!. Sentado en la galería del patio Jesús Iluminado Veremundia pensaba y pensaba, pero no podía decidirse. Ni una luz de esperanza, ni una mínima chispa de idea para donde rumbear. Su padre que hacía un rato que lo observaba se le acercó y preguntó: -¿Qué te pasa hijo? te veo hace varios días preocupado. -Desde que Salomón Rey me habló del Oráculo de Delfos no puedo dejar de pensar en otra cosa. Siento una cosa acá... -dijo Jesús llevándose una mano a la boca del estómago -Acidez- sentenció su padre- tomate un vaso de leche y se pasa te todo. -No es acidez. Es un llamado. Una señal. Tengo que ir a Delfos a encontrar el Oráculo. Don José, con cara paternal y comprensiva, poniéndole una mano el hombro le dijo: Escuchamé, hijo mío. Nunca te he dado un consejo -hizo una pausa solemne y agregó- y hoy tampoco te lo voy a dar- dijo alenjandos...

Cacho Nro III: Camino del Oráculo

  Se acercaba el cumpleaños del padre de Jesús, Don José, entonces penso en ir hasta el Bazar-Al-Pasar de Salomón Rey y comprar un lindo regalo. Jesús encaró por Avenida de las Camelias, y no supo porque, le pareció que todo el mundo andaba con un paso marcial. Dobló hacia el sur, paredón y despues de andar un buen rato, llego al bazar. Salomón, como era su costumbre, estaba detrás de la caja registradora, un artilugio mecánico que habia inventado un primo lejano, que claro está, vivia en el extranjero. El aparato era un armatoste de fierro y bronce, finamente adornado con tallados árabes e infinidad de teclas de nacar. Luego de pulsar varias teclas, que sólo Salomon conoce su combinación exacta, el aparato era capaz de informar el importe a cobrar. Una maravilla de la ciencia y la técnica de nuestros días. Donde iremos a parar se preguntaba siempre Don Valderrama. - ¡Salud profeta!- exclamó Salomón al ver entrar a Jesús. - ¿Otra vez con eso Salomón? Ya te dije que no soy profeta. ...

Cacho N° II – El Bar de las Putas o la historia de Salomón Rey

El dueño del bar era Salomón Rey, un árabe que tuvo que exiliarse de su país natal por infiel. El asunto no fue provocado por un cambio repentino en la Fe del señor Salomón, sino que le fue infiel a su harem. Engañó a sus diez concubinas con otro harem de concubinas de un califa de la región. Tras recorrer el desierto en camello durante mil y una noches abordó un tren junto con sus concubinas, camellos y baúles, que los llevó hasta un puerto donde todos abordaron un viejo carguero a vapor que los depositó en el nuevo mundo. Tras deambular años de pueblo en pueblo, Salomón Rey y su comitiva arribaron a un pueblo sin nombre, nuestro pueblo, que no era más que cinco ranchos de adobe, piedras y ramas. Al principio la gente entró en pánico frente a la llegada de los camellos, nunca habían visto animales jorobados como aquellos, salvo al Jorobado Mauricio, que en Paz descanse. Una vez repuestos del susto, se acercaron todos a dar la bienvenida a Salomón y sus mujeres. Estas tam...

Cacho N° I – Sui Génesis

Había pasado bastante tiempo desde que Don Jesús dejara de lado sus inventos estrafalarios para dedicarse a la metalurgia creativa pesada. Ahora pasaba gran parte del día fabricando soldaditos de plomo. Pequeños ejércitos de granaderos, arcabuceros, piqueros, húsares, cazadores y un sinfín de unidades más. “Los mejores son los granaderos” . Afirmaba hinchando el pecho con orgullo patriótico y ahí nomás se lanzaba a contar historias de viejas batallas por la Independencia, junto con clases magistrales de táctica y estrategia, sin poder explicar jamás la diferencia entre ambas. Cuando alguien de la improvisada audiencia le preguntaba acerca del carácter diferencial entre ambos términos, terminaba diciendo que la divergencia era la misma que existe entre decir agua o líquido, pero dado que no era una clase de química no iba a explayarse más. Y así zanjaba la cuestión. Ante lo cual sus oyentes mirándose entre sí, asentían con la cabeza y guardaban un reverencial silencio frente a D...